Comer con las estaciones

Comer con las estaciones

Nutrición19 / 10 / 2017

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En cada estación del año nos vestimos diferente. No podemos evitarlo, al llegar la primavera empezamos a dejar los pesados abrigos en el clóset para dar espacio las mangas cortas y a los colores más alegres. En el verano mexicano, no podemos olvidarnos del paraguas y tal vez de las botas; en el otoño sacamos las bufandas y en algunos días invernales sacamos hasta los gorros y los guantes.

 Es algo que hacemos sin pensar, más allá de las modas, nuestro instinto es estar agusto  y sentirnos bien según el medio ambiente que nos rodea.

 Un paseo por los pasillos de frutas y verduras del súper en días invernales no sería muy diferente del mismo paseo en días de calor. La variedad que encontramos es prácticamente la misma. Hoy ya nos es muy normal encontrar un mango a mitad de diciembre, o espárragos todo el año. Tenemos a nuestra disposición casi todo lo que queremos, de cualquier parte del mundo, todos los días. Los lazos entre lo que comemos y lo que crece localmente, están desapareciendo.

Lo que hemos ganado en beneficios de encontrar lo exótico de cualquier parte del mundo y todas las frutas y verduras sin importar la época del año, lo hemos perdido en salud y bienestar. Lo que está en temporada no sólo sabe mejor sino que contiene los nutrientes que necesita nuestro cuerpo en cada estación. Por ejemplo, en verano las frutas de temporada tienen mucho más agua que las de invierno.

Cualquiera que sea la razón, comer conforme a las estaciones se siente natural e instintivo. Así como al vestirnos, cuando comemos debería pasar lo mismo. En verano no se antoja una sopa caliente, ni en invierno un plato de frutas con helado. Aunque nuestras estaciones no son tan marcadas como en muchos otros países, la disponibilidad de frutas y verduras que nos regala cada estación del año cambia.

Si además de comer conforme a las estaciones buscamos frutas y verduras cosechadas localmente, su valor nutrimental es mucho mayor que las frutas y verduras que han viajado largos caminos o que han sido empacadas semanas antes de que estén en nuestros platos. Aunado a esto, comer localmente y siguiendo a las estaciones, es más barato y todo sabe mejor.

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