E-learning: 3000 años de historia

Noticias26 / 03 / 2018

En un artículo anterior revisamos las prometedoras estadísticas de e-learning para los siguientes años. Y decir prometedoras es atenuarlo. El número de clases online alcanzará a ser la mitad de todas las clases dictadas en el mundo hasta fines de la presente década. Es una revolución educativa en el sentido más justo de la palabra.

Pero si tomamos un poco de perspectiva, el aprendizaje a distancia es algo que está con nosotros desde hace miles de años. Ya en la antigua Grecia los filósofos grandes y chicos impartían lecciones directas a sus aprendices por carta. Estos primeros “cursos por correspondencia” eran totalmente personalizados y de hecho son una de las formas en las que hoy en día las enseñanzas y teorías de aquel tiempo han llegado hasta nosotros.

La educación a distancia formal, que es el modelo básico sobre el que se construyó el e-learning, tiene sus orígenes en el siglo XIX en Europa y ​​los Estados Unidos. Estos primeros cursos utilizaban la mejor tecnología de distribución disponible en ese momento: el sistema postal, para abrir oportunidades de educación a las personas que querían aprender, pero por razones de tiempo, economía o trabajo no podían asistir a las escuelas presenciales.

Las personas que más se beneficiaron de estos cursos por correspondencia eran las que incluso hoy tienen problemas de acceso a la educación: mujeres a quienes no se les permitía inscribirse en instituciones educativas tradicionales que eran exclusivamente para varones; personas con discapacidades físicas y enfermedades crónicas; aquellos que ocupaban puestos de trabajo durante las horas normales de enseñanza y los que vivían en regiones remotas donde no existían instituciones educativas.

Un inglés, Isaac Pitman, es generalmente reconocido como el pionero exitoso de este sistema. Comenzó un curso de taquigrafía por correspondencia que se distribuía desde la población de Bath, Inglaterra, en 1840. La educación a distancia a nivel universitario comenzó en 1874 en la Universidad Wesleyan de Illinois, donde se podían obtener títulos de licenciatura y posgrado a distancia. La enseñanza de los cursos académicos y vocacionales por correspondencia se había vuelto muy popular para comienzos de 1900. Con esta popularidad surgieron problemas de calidad y práctica ética. Muchas “escuelas” e “institutos” se aprovechaban de las ganas de aprender de las personas y creaban cursos con contenido escaso o de mala calidad, o pretendían enseñar materias estrambóticas como leer mentes y mirar con rayos-X. Pasó un tiempo para que se forme la idea de fundar un consejo que acredite los programas de educación a distancia. En Estados Unidos, por ejemplo en 1926 se fundó el National Home Study Council (NHSC), una organización que hasta el día de hoy acredita los programas de educación a distancia y el “homeschooling”, una particular modalidad de enseñanza escolar para niños que se usa en ese país.

Una vez que despegó la idea de una educación acreditada las cosas se pusieron más serias, un paso necesario para que la invención de la radio (1920s) y la televisión (1940s) se convirtieran en instrumentos útiles para educar a distancia. Los educadores utilizan estas nuevas tecnologías para transmitir programas educativos a millones de alumnos, para así ampliar las oportunidades de aprendizaje más allá de las paredes de las instituciones de enseñanza convencionales.

El desarrollo de sistemas de telefonía de larga distancia confiables en el año 1900 también aumentó la capacidad de los educadores a distancia para llegar a nuevas poblaciones estudiantiles. Pero los sistemas de teléfono nunca jugaron un papel destacado en la educación hasta la introducción de las nuevas tecnologías de teleconferencia en los años 1980 y 1990. Estos sistemas de teleconferencia hicieron posible que los maestros hablen, escuchen y vean a sus estudiantes en tiempo real – es decir, sin las demoras en las transmisiones – incluso si se encontraban en otra parte del país o del mundo. De cualquier forma la educación a distancia siempre jugó un papel secundario versus los sistemas presenciales. Es solamente con la llegada de internet en los años 90 que las cosas han comenzado a cambiar de verdad para beneficio de muchísimas personas. La posibilidad de sostener teleconferencias a un costo ínfimo y poder escuchar y presenciar clases registradas en video de alta calidad son las dos tecnologías que han marcado la diferencia.

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